Preguntas Frecuentes

¿Cómo puedo ser un tercero cuando tengo preferencia por uno de los lados?
Un tercero puede preferir uno de los lados del conflicto. La esencia de ser un tercero no es la “objetividad”, sino el saber que en un conflicto es posible que existan muchas perspectivas, y que la finalidad es una solución que satisfaga a todos. La tarea del tercero es ser leal con su propia preferencia así como con los intereses del conjunto.

Nelson Mandela es un ejemplo perfecto de un hombre que aun teniendo una marcada preferencia por un lado, podía mantener la perspectiva de el Tercer Lado. Un tercero no tiene que ser neutral o carente de emociones. Usted puede ser un tercero y aun hablar apasionadamente cuando comparte sus experiencias, conocimiento y deseo por una solución que sea efectiva para todos.


¿Cómo puedo mejorar mi habilidad de mantener una perspectiva de el Tercer Lado?
Mantener una perspectiva de el Tercer Lado requiere práctica. Usted tiene que estar dispuesto a intentarlo muchas veces, y de forma repetida. Los conflictos y las situaciones que suceden a nuestro alrededor son una buena oportunidad para practicar. Escoja uno de ellos e intente asumir una perspectiva de el Tercer Lado.

Primero, recuerde ubicarse en el palco. Distánciese lo suficiente de la situación , tanto emocional como físicamente, de manera que pueda apreciarla en su integridad. Así podrá aprender a manejar sus emociones, conocer cuando sus emociones son activadas y permitirse tener sus emociones en vez que usted sea sus emociones. Ser conciente es un gran primer paso. Con el tiempo, usted se dará cuenta que sus emociones se activan con menos frecuencia.

Empiece a notar cualquier suposición escondida que pueda estar impidiéndole ver el conjunto. Esté abierto a la posibilidad que otros, incluso aquellos con los que usted está en absoluto desacuerdo, puedan tener una parte de la respuesta, que es necesaria para avanzar.

Deje de culpar y encuentre maneras de ver del tipo “tanto…. como” en vez que del tipo “O bien….o….”. Cuando examine un conflicto busque siempre una solución que atienda los intereses de todas las partes, incluyendo a la comunidad. Desde esta perspectiva usted puede generar opciones creativas.


¿Cuáles son las habilidades que necesito para ser un “tercero”?
Mirar, escuchar y hablar desde la perspectiva de el Tercer Lado son habilidades críticas para cumplir los roles del tercero. En este website, usted puede encontrar mayor información sobre cada una de estas habilidades: Para saber más, por favor visite Habilidades del Tercer Lado. La práctica es esencial para mejorar estas habilidades.


¿Cuáles son las asunciones detrás de el Tercer Lado?
Nuestro entendimiento de el Tercer Lado está basado en un conjunto de asunciones que, como todas las asunciones, son pasibles de cuestionamiento. No acepte estas asunciones sin primero ver si ellas son correctas para usted. Encuentre, para usted mismo y desde su propia experiencia, como estas asunciones funcionan en su vida y en su comunidad. Usted puede encontrar las asunciones 3L aquí..


¿Y si estoy temeroso de asumir el Tercer Lado?
Las personas pueden encontrar dificultad para expresar sus ideas, tanto por razones personales como sociales. Ubicarse en el palco y comprender su propio temor es el primer paso. Entre las más importantes razones por las cuales la gente no asume el Tercer Lado están:

Razones personales:

  • Temor a represalias o castigos,
  • Temor a arruinar una relación,
  • Temor al ridículo,
  • Falta de coraje moral,
  • Falta de habilidades acerca de como involucrarse,
  • Sensación que su participación no hará la diferencia o que cuesta demasiado esfuerzo,
  • Temor general al conflicto y negación de la existencia del problema.

Razones sociales:

  • Sensación de que otro puede hacerse cargo,
  • Síndrome Genovese: Pensar que es el problema de otro,
  • Deseo de evitar muchas ocupaciones,
  • Temor social al conflicto.

Si usted está teniendo estas sensaciones, determine si ellas son una amenaza real y emplee su mejor juicio. Con frecuencia, en estos casos nos puede ayudar mucho el recordar alguna situación pasada en la que de manera exitosa hayamos participado en un conflicto como terceros y contribuido a la obtención de resultados positivos para todos. Si usted siente que un conflicto es muy peligroso para que usted participe, piense si es posible que usted pueda actuar como testigo y atraer la atención de la gente sobre dicha situación. Este es también un importante rol del tercero.


¿Por qué me debería preocupar?
El conflicto destructivo desgarra a nuestras familias, provoca el fracaso de nuestras empresas, disocia nuestras comunidades y destruye nuestras naciones. Sólo en los Estados Unidos, cada año son asesinadas veinte mil personas y casi un millón de mujeres son violadas por sus parejas o ex parejas. Asimismo, se inician más de quince millones de procesos judiciales, causando costos legales por encima de ciento cincuenta millones de dólares. A nivel mundial, las guerras en la antigua Yugoslavia, que causaron decenas de miles de víctimas y millones de refugiados, lamentablemente no son una excepción. Hacia el final del milenio, más de doce guerras estaban en curso en el mundo, así como docenas de otros tipos de conflicto violento. Incluso en ausencia de guerra, existe el terrorismo, poniéndonos a cada uno, en cualquier lugar, en una condición vulnerable.

Si pudieramos transformar nuestros conflictos en diálogos constructivos, el beneficio para todos y cada uno de nosotros sería inmenso. Nuestras familias vivirían más felices, nuestros trabajos serían más productivos, nuestros vecindarios más vivibles y el mundo sería más seguro. Haga click aquí para evaluar el costo del conflicto en una situación que le es familiar.


¿Cómo construyo una comunidad de el Tercer Lado y difundo la vibración de El Tercer Lado?
Usted no necesita empezar de la nada. En vez, empiece con lo que usted ya hace actualmente y agréguele la dimensión de el Tercer Lado. Los padres pueden ayudar a sus hijos a aprender cómo tratar conflictos de manera constructiva. Un maestro puede introducir la solución de conflictos en las materias que enseña, sea esta historia, estudios sociales o idiomas. Un sacerdote puede ayudar a que las personas ofrezcan disculpas y olviden. Un abogado puede facilitar la solución creativa de conflictos practicando la “abogacía colaborativa” o la mediación. Un periodista puede poner a la luz un conflicto emergente. Un policía puede mediar disputas domésticas, informalmente.

Algunos de nosotros pueden tener talentos especiales como maestros, otros como mediadores, mientras que otros como guardianes de la paz. La clave es identificar su competencia distintiva e incorporarla en su actividad diaria. Mire a su comunidad y trate de descubrir si los roles esenciales de el Tercer Lado se están cumpliendo. Si encuentra un vacío, haga ello de conocimiento de la comunidad y ayude a que estos roles sean desempeñados por alguien. No caiga en la trampa de pensar que necesita hacer todo por usted mismo. Pida ayuda. Así es como usted empieza a desarrollar su red de el Tercer Lado en su comunidad.


¿No está la guerra en la naturaleza humana?
Incluso sabiendo que el conflicto destructivo afecta nuestros hogares, trabajos, comunidades y el mundo, se lo acepta como si fuera una parte importante e inevitable de la existencia humana.

Es difícil no pensar así después de haber presenciado el siglo más violento de la historia, con cien millones de muertes a causa de la guerra, ciento setenta millones de víctimas de la violencia política y casi un millón de casos anuales de violencia doméstica. ¿Y si el conflicto violento era evitable y nosotros no lo sabíamos? ¿Y si el obstáculo más grande para la prevención es nuestro fatalismo? ¿Y si todos aquellos niños, mujeres y hombres, inocentes todos, muertos en las calles a causa de una bala perdida, de una bomba terrorista o de un ataque aéreo han muerto innecesariamente por algo que era tan prevenible como la viruela?

El libro “Alcanzar la paz: Resolución de conflictos y mediación en la familia, el trabajo y el mundo” contiene un análisis sistemático de este tema. El libro examina nuestro conocimiento sobre la naturaleza humana, buscando reconstruir una historia más certera sobre nuestro pasado y nuestro posible futuro. Algunos resultados que el libro consigna son que:

  • 99% del pasado de los seres humanos corresponde a épocas de coexistencia, no de conflicto.
    La historia que nosotros comúnmente nos contamos y contamos a nuestros hijos acerca de nuestro pasado está subyacente a nuestra desesperanza. Esa historia dice que las personas han estado haciendo la guerra entre ellas desde los inicios de la humanidad. Escarba la superficie de la civilización y encontrarás un Kosovo o Ruanda.

    Para los últimos diez mil años que es el ultimo 1% de la evolución humana existe clara y abundante evidencia de violencia organizada y de guerra. Esta evidencia está en los huesos incrustados por puntas de flechas, en las fosas comunes, en los restos de fortalezas militares, en las poblaciones arrasadas violentamente, y en el arte primitivo representando escenas de guerra. La mayor parte de la evidencia de violencia antecede la etapa que conocemos como civilización definida como la construcción de ciudades, la invención de la escritura y el nacimiento del Estado. Asimismo, es difícil dudar que la violencia y la guerra dejan clara marca en los registros arqueológicos.

    Lo que es sorprendente entonces es que evidencia clara de violencia organizada es muy escasa para el periodo anterior a los ultimos diez mil años. Para el periodo de diez a catorce mil años atrás solo hay dos creíbles evidencias de violencia de pequeños grupos: un cementerio en Jebel Sahaba, Sudán, y pinturas rupestres en Arnhem Land, Australia. Ambas parecen haber ocurrido en las postrimerías de un cambio ecológico catastrófico. Aparte de ello, otra evidencia son alrededor de nueve esqueletos que sugieren asesinatos individuales esparcidos en el tiempo, pero que no demuestran la existencia de guerra.

    Ello no significa que nuestros ancestros nunca cometieron asesinatos. Ciertamente ellos lo hicieron. Pero todo indica que ellos han coexistido mucho más que el tiempo en el cual han estado envueltos en conflictos. Y no estamos hablando de un insignificante periodo de tiempo, sino del 99% de nuestra presencia en la Tierra.

  • Vemos polaridades cuando podríamos ver la continuidad de una preocupación humana.
    Por largo tiempo el debate ha sido, sobretodo, antropológico: Los humanos son agresivos por. naturaleza o es que la agresión es aprendida? La Guerra tiene o no un fundamento genético? La respuesta no es una ni la otra, sino ambas. Las polaridades resultan ser falsas polaridades. En estos temas no hay absolutos; cada cosa depende del grado. Si uno sólo ve absolutos, olvida los grados. Y es exactamente en los grados donde están las respuestas a las preguntas de cómo la humanidad ha podido entenderse en el pasado y cómo puede entenderse en el futuro.
    El debate, generalmente fiero y emocional, desafortunadamente se desvanece cuando tanto científicos como especialistas coinciden. Pocos niegan que los humanos son capaces tanto de actuar violentamente como de controlar la violencia. La mayoría reconoce que los seres humanos a veces viven en una condicion permanente de Guerra pero también que a veces viven en una permanente situación de paz.

    Si los seres humanos fueramos tan inevitablemente agresivos como frecuentemente hemos sido representados&.. porque no nos hemos matado unos a otros mucho más de lo que en realidad lo hemos hecho? Toda la policía del mundo sería incapaz de evitar que la gente haga cosas que surgen naturalmente. Si la guerra es nuestro estado natural, por que la gran mayoría de conflictos no terminan en violencia? Como así las sociedades humanas pueden vivir en paz interna y coexistir no violentamente con sus vecinos por largos períodos de tiempo?

    Sólo porque de manera natural nosotros comamos no significa que debamos comer en exceso. Sólo porque disfrutemos tener sexo no supone que necesitemos realizar violaciones sexuales. El que a algunas personas les guste dominar no significa que necesitemos esclavizar a los demás. El que la agresividad sea innata no implica que la violencia y la guerra sean inevitables. En efecto, no hay nada malo en la agresión en sí misma, así, entre los primates, las hembras usan moderadas formas de agresión para enseñar a sus crías el comportamiento correcto. Todo depende de cómo se expresa la agresión y cual es el propósito de ella.

  • La gente es capaz de construir la paz de la misma manera en que se involucra en la guerra.
    El carácter humano es extraordinariamente flexible, como ha sido reflejado en la variación extrema de las tasas de violencia. Algunas culturas autóctonas como los Waorani de Ecuador manifiestan niveles de violencia casi mil veces más grandes que otras, como la de los Semai de Malasia. O consideremos el contraste entre Inglaterra y Colombia, más de cincuenta veces más violenta. Algunos de nosotros viven en sociedades que asemejan los niveles de violencia de Inglaterra, otros en sociedades que se parecen más a Colombia, y muchos de nosotros en algún lugar con tasas intermedias. Por sí solo, el nivel de variación sugiere que la naturaleza humana no es el único factor a considerar. Uno no encuentra sociedades completas donde se coma o haga el amor diez veces más que en otras.

    La variación deriva, en gran medida, en cómo las personas escogen manejar sus diferencias. La violencia no es un fenómeno autónomo sino una elección entre muchas otras maneras de resolver disputas. Las personas están constantemente lidiando con conflictos, los suyos propios y los conflictos de otros, eligiendo qué procedimiento utilizar. Los seres humanos son, en otras palabras, administradores de conflictos.

    Nuestras asunciones comunes acerca de la naturaleza humana están equivocadas. No somos por naturaleza simios asesinos. Ello tampoco significa que somos pacíficos por naturaleza. En vez, somos capaces tanto de respuestas destructivas como de respuestas constructivas. La respuesta a la afirmación: ¿Está la guerra en la naturaleza humana? Sí, y también la paz.

  • Los seres humanos tienen un enorme potencial de cambio.
    Dada nuestro consumo diario de noticias sobre guerras, violencia urbana, huelgas, procesos judiciales y confrontaciones políticas, es entendible que tengamos la imagen convencional de los seres humanos como individuos predispuestos a la violencia. Eso no considera, sin embargo, un tema fundamental: la mayor parte del tiempo, la mayoría de personas vive en armonía. Aunque quizás no hayamos pensado mucho en ello, lo sabemos por nuestra experiencia personal. A pesar de temperamentos diferentes, hábitos y estilos de comunicación, la mayoría de los esposos, esposas e hijos viven juntos. Aunque pueden a veces tener discrepancias en valores básicos, la mayoría de vecinos viven uno junto al otro. A pesar de los intereses opuestos, trabajadores y gerencia trabajan juntos la mayor parte del tiempo. Incluso con todas sus disputas, la mayoría de naciones viven en paz la una con la otra. La gran mayoría de relaciones entre individuos, grupos y naciones están caracterizadas muchísimo más por la coexistencia que por el conflicto destructivo. Incluso en el siglo que más muertes ha causado, la mayoría de la gente alrededor del planeta ha vivido la mayor parte de sus vidas en condiciones de paz, no de guerra. La paz es la norma.

    Es tiempo entonces de dejar de pensar en la coexistencia pacífica como sólo un sueño. Es una realidad. Ello no supone minimizar la existencia o importancia del conflicto y la guerra sino solo recordar la preponderancia de la paz.

    Ver la vida humana como la solución pacífica de conflictos interrumpida por períodos de lucha violenta en vez de verlo en sentido contrario, transforma el reto de terminar la guerra (desde una perspectiva de negación) a una de extender la paz (en sentido positivo). Nuestra tarea no es cambiar un absoluto guerra por otro absoluto paz. No es ir de cero por ciento de interacción pacífica a cien por ciento, sino ir desde algo así como noventa por ciento a algo como noventa y nueve por ciento.

Un análisis muy interesante sobre este tema, titulado “¿Es la Guerra nuestro destino biológico?” ha sido publicado en el New York Times, por favor haga click aqui.